viernes, 26 de junio de 2015

Reproducimos el artículo que nos pidieron en la plataforma Urban Living Lab, formada por amantes de las realidades urbanas, sus complejidades y soluciones.
Esperamos que os resulte sugerente.

http://www.urbanlivinglab.net/espacios-de-vida/

LAS CIUDADES COMO ESPACIOS DE VIDA 

Isabel Sierra

facebooktwittergoogle_plusredditpinterestlinkedinmailby feather
Desde el discurso de la modernidad, vamos avanzando hacia lo complejo en el ámbito urbano, tanto en el análisis de las propuestas arquitectónicas como en  el creciente interés en recuperar el concepto y la práctica de la planificación como regulador y ordenador de un modelo de ciudad concreto.
Olvidamos a menudo, en este siglo XXI, que las ciudades tienen un sentido primario que se sustenta en un concepto muy sencillo: ofrecer las condiciones de vida óptimas para la vida de las personas.  Cinco mil años atrás, en el 3000 a.c, los comportamientos itinerantes de los seres humanos en busca de alimento y agua, empezaron a cambiar en un contexto geográfico concreto: la cuenca del río Tigris y el Eufrates, en la actual Irak, que por sus condiciones naturales en relación al agua, la orografía y tipo de tierra que permitían un desarrollo agrícola que llevó a generar los primeros asentamientos humanos, como semilla de lo que después ha ido siendo la revolución urbana.  La transformación en el uso de los recursos naturales conllevó el inicio de las sociedades, tal como las conocemos ahora, basadas en la cooperación y apoyo mutuo, en la división de roles, en la mejora cultural progresiva (lenguaje, escritura, pintura, política…) y siempre vinculada también a la innovación tecnológica (a la rueda le siguió el arado, los instrumentos de carpintería o la vela).
Catal Huyuk
Catal Huyuk, en la actual Turquía
También el agua y su salubridad fue motivo de la invención del alcantarillado y el desarrollo urbanístico en las ciudades romanas, aunque no fue hasta mediados del siglo XIX que se inicia el concepto y las prácticas de la salud pública vinculada especialmente a las ciudades, en donde la aglomeración, múltiple usos de los espacios y practicas poco higiénicas hicieron emerger epidemias y múltiples problemas de salud que obligaron a estudiar el entorno de las personas para identificar los posibles riesgos, así como identificar patógenos víricos y bacterianos que sólo tenían un objetivo: evitar los miles de muertes originadas en el entorno de las ciudades. En un estudio de Hauser, en 1.913, se concluye que de las siete ciudades con más de 100.000 habitantes en España, sólo dos contaban con una red amplia y moderna de alcantarillado (Zaragoza y Sevilla), aunque las deficiencias en el suministro de agua eran graves.
Desde entonces, hay criterios técnicos y conceptuales que ya integran las necesidades humanas en las prácticas urbanísticas, aunque no siempre recordamos ya los motivos. Para presentar brevemente cuáles son esas necesidades básicas, apelamos a un autor bien conocido como Maslow que identificó en forma de pirámide jerarquizada los principales aspectos que un ser humano necesita para desarrollarse en una sociedad como la que él conocía, en el siglo XX. Habría que preguntarse si en los últimos decenios la incorporación de las TIC en muchos aspectos de nuestras vidas ha hecho que esas necesidades varíen en algún sentido, pero me inclino a pensar que no demasiado, desde el momento en que se fundamentan en la evolución humana hasta nuestros días, a partir del aprendizaje durante siglos, tanto de las habilidades individuales como de la construcción social.
Piramide_de_Maslow
Pirámide de las necesidades humanas, Maslow 1943
Además de las necesidades fisiológicas, esenciales para la supervivencia, y en las que el entorno urbano vemos que afecta en muchos aspectos, nos encontramos con otras de orden social, cultural e incluso espiritual que también los escenarios físicos en los que vivimos pueden favorecer o no.  Es evidente que algunas de estas necesidades encuentran mayor cobertura en espacios rurales, en los que los riesgos de la contaminación atmosférica derivada del transporte a motor, o el contacto con espacios naturales, esenciales para la necesidad de contacto con el “verde” como especie humana, son más fáciles de conseguir. Sin embargo, otras necesidades humanas no tan primarias sino  más relacionadas con la evolución cultural del ser humano, pueden ser más fáciles de cubrir r en los entornos urbanos, como el acceso a la cultura, la educación, el desarrollo intelectual o  las relaciones sociales diversificadas.
¿Por qué, entonces, está emergiendo en los últimos años esta necesidad de reivindicar la ciudad de todos y para todos?  La propia evolución de las sociedades urbanas desde primeros años del siglo pasado nos ha señalado claros reflejos de sofisticación en el concepto urbano y de alejamiento progresivo de las premisas que condicionan la relación de las personas con el espacio, tanto desde el punto de vista subjetivo como desde el rol de grupos sociales y micro sociedades.
Si tomamos como objeto de análisis la vida cotidiana y nos situamos en el plano de la dinámica de las personas y sus necesidades, vemos que las ciudades no sólo han ido creciendo de forma alejada de la escala humana, sino que este crecimiento ha significado una complicación progresiva de la vida de las personas, al ir añadiendo elementos como el transporte y la movilidad, que van paralelos a la oferta de vivienda accesible y de un empleo, al menos, en el mismo municipio en el que se vive. Siguiendo la cadena, la extensión de la red espacial en la vida de las personas y la no consecuente creación de sistemas de movilidad más ligeros y adaptables a itinerarios en zonas y horas punta, ha consolidado el comportamiento colectivo del uso del vehículo privado contaminante, creando a la vez una solución parcial para el individuo que se desplaza, y también un problema colectivo, ante las concentraciones, atascos y consecuente contaminación del aire que respiramos.
Volvemos así a la base de la pirámide; ahora no podemos respirar en las ciudades. El ciclo ha durado muchos años, era previsible, había soluciones y desde ninguna instancia, ni la particular, ni la municipal, ni la empresarial, ni la estatal, ni la internacional, se han ocupado en estos años en generar soluciones prácticas y colectivas que impidiesen el problema de forma eficaz.  Las enfermedades actuales de tipo asmático y respiratorio están claramente relacionadas con el aire que respiramos, no sólo en la persona que vive en ese entorno, sino que afectan al feto y su desarrollo pulmonar desde el embarazo y ocasionan patologías crónicas respiratorias que van aumentando con los años.  Podemos también hablar de cáncer u otros problemas autoinmunes en los que las características del aire, del agua y de la calidad de nuestros alimentos son claros determinantes y van acumulándose, como un goteo constante negativo, en nuestro potencial de salud al nacer.
Transportar los alimentos de un continente a otro, no sólo requiere de más gasto energético, sino también de un tratamiento químico de éstos que afecta a nuestra salud. ¿Por qué emergen ahora los huertos urbanos?  Por ocupar un espacio colectivo en la ciudad, por introducir el color verde en nuestro escenario cotidiano, por crear y construir algo propio y, también, para comer más sano.  Los movimientos de decrecimiento nos indican la necesidad de reflexionar claramente sobre las dinámicas de nuestras vidas y, sobre todo, en qué se basan, en qué clase de creencias y valores fundamentamos nuestras decisiones cotidianas, nuestras compras, nuestra propia percepción de la vida y lo que nos rodea.
Hemos visto claro que las ciudades son, esencialmente, un espacio para vivir y la necesidad de la ciudadanía de recuperar su espacio ha hecho emerger movimientos vecinales y activistas que reclaman el derecho a la ciudad, como patrimonio propio. Como vemos, no es tan fácil transformar nuestra realidad interna a la liquidez prevista por Bauman,  y la revolución tecnológica que va paralela al desarrollo urbano tendrá, una vez más, que adaptarse a las necesidades humanas.
Isabel Sierra para urban Living Lab, Junio 2015

REFERENCIAS
Bauman, Z. (1999) Modernidad líquida. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica.
Maslow, A (1943) Una teoría sobre la motivación humana.
Sierra, I (2015)  Ciudades para las personas. Escenarios de vida.  Ed. Diaz de Santos

No hay comentarios:

Publicar un comentario